lunes, 7 de junio de 2010

LA TELE: MÁS DAÑINA QUE LA COCAÍNA

La televisión es el principio de la deshumanización. Pasarse la vida frente al televisor es tan perjudicial para el alma como el cigarrillo para la salud. A primera vista puede parecer divertido, pero no lo es. La pantalla sustituye un paseo porque desde el sofá de tu casa puedes ver el mar, escuchar los extraños sonidos que emiten los animales y el viento en su manosear a las plantas. La pantalla busca sustituir a tus padres. Ahora, si tienes televisor no necesitas un profesor, ¿para qué? Ya puedes ver la misa desde casa y sin pagar el diezmo. El gasto que antes generaba tu inconsciencia, porque mamá tenía que pagarle a una niñera para que te cuidara mientras ella no estaba, va a ser sustituido por la TV: ella te va a cuidar como nadie. Mi primo Walter, que lloraba mucho de pequeño y para que se callara mi tía Lola le disolvía un par de pastillas azules en el tetero, dice que la televisión fue creada pensando en los niños, para tenerlos quietos sin necesidad de hacerles daño. Yo hubiera preferido las pastillas azules. ¿Acaso no les arden los ojos como cuando es insoportable porque se dedican a la simple contemplación o leen un cuento de tres páginas y media? La televisión es solo el comienzo de un camino que converge en la destrucción. Nuestra naturaleza es verde, eso hay que entenderlo. Adentro tenemos venas y no cable, por donde fluye la sangre, y no el cobre. Nadie funciona con electricidad, o con gasolina, ¡nadie! Nuestras funciones son básicas (cinco), y no son funciones: son sentidos. La televisión quiere evitar que sintamos, y que pensemos. Busca ponernos a merced de la economía capitalista, la del consumo, la de la infelicidad: “yo quiero esto”, “yo quiero ser como ella”, “quiero ese auto y tiene que ser mío y si no…” seguidamente viene el ordenador y con él las redes sociales, a decir: Facebook, Messenger, Twiter, Skipe o los juegos infernales donde, a manera de un Dios que todo lo ve, puedes hacer de un hombrecillo, que se supone que eres tú, lo que se te dé la gana sin importar si realmente eres tú o no, o si finalmente no está tan muerto como parece.

Juan Carlos Gómez

No hay comentarios:

Publicar un comentario